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martes, 14 de septiembre de 2010

16. COSTA DE CANTAS




Volvimos a la ciudadela, a reencontrarnos con el Comandante Spatalos. Nos anunció su preocupación por los recientes informes de los Revolucionarios Lepharistas que llegaban desde el Observatorio de Verteron, en la costa de Cantas. 
 Así que fuimos para allí, Teníamos que reunirnos con Khidia quien estaba al mando en el observatorio. 





Atravesamos por aire toda la zona de Tursin, y al final llegamos a la Costa de Cantas. El Observatorio, era el centro de una pequeña bahía en forma de espiral, donde en su núcleo era un edificio circular con una enorme cúpula esferoidal, rodeada de follaje de algún tipo de planta. 



Atravesamos la puerta y llegamos a una rampa en espiral que llegaba a la parte superior del edificio, donde nos encontramos con Khidia.


Nos explicó que los Lepharistas habían atracado su gran barco cerca del Observatorio y que no creía que nada bueno tramasen. Nos mostró una visión en la que pudimos ver al Capitán Kingsgreen y a sus secuaces en el camarote principal.







Con la ayuda de Khidia, nos transformamos en Plumis, una especie parecida a los loros. 
Fue muy divertido, podíamos pasear por dondequiera, que ningún monstruo o Lepharista nos atacaba! 


La idea principal era colarse en el barco de los Lepharistas y averiguar los planes del Capitán Kingsgreen.





Llegamos a la entrada del barco, y ningún Lepharista de la zona nos daba importancia alguna, así que fue pan comido adentrarnos en aquella jauría de piratas. 
Llegamos al camarote principal, bajando unas escaleras, y de frente el Capitán Kingsgreen hablando con sus secuaces.


Oímos que querían atacar al Observatorio, y así los "perros de Sanctum, vendrían a ayudar y les daríamos su merecido!"


No pudimos oír mas, porque el loro del capitán nos delató. Menos mal que aún conservábamos nuestra apariencia de Plumis, y pudimos huir...



Le llevamos un informe a Khidia, y muy impresionada nos ordenó eliminar al Capitán Kingsgreen y traer cualquier informe confidencial de los Lepharistas con el que llevarlo a Sanctum para archivar.

Ahora ya no contábamos con la transformación, así que fue un tanto difícil, llegar al camarote, pero con la ayuda de Helico, una vez más y con mi espíritu de fuego, nos abrimos paso Lepharista a Lepharista, hasta llegar al Comandante.

Helico es un notable guerrero y por eso, él fue el primero en entrar en la sala y encararse con Kingsgreen, mientras que mi invocación y yo nos encargábamos de los secuaces.

A todo esto, el loro del Capitán, el que antes nos delató ya no estaba... quien sabe que fue de el.

Una vez tendido sobre el suelo el capitán, registramos su cuerpo en busca de algún documento, y tuvimos suerte, había uno.

Khidia ya tenía lo que buscaba y nosotros debíamos comunicárselo a Spatalos, pero al salir del observatorio uno de los guardias que estaban en la entrada nos paró y con cara preocupante nos pidió un favor...



15. LA AVANZADA DE TURSIN

La Avanzada de Tursin
Después de mi ajetreada estancia en Ardus Shinre, volvimos a la Ciudadela de Verteron, visitamos el subastador, porque teníamos cantidad de objetos increíbles que mucha gente pagaría unas cuantas Kinah por ellos. También compramos Polvo de Odella, que se nos había acabado (Uno de los objetos más importantes que por supuesto Helico no tenía, he aquí por qué moría tanto...) También nos cargamos de pociones, y fragmentos de energía para nuestras armas; sabíamos que lo que venía ahora sería difícil, como quién estudia una carrera y llega a los exámenes finales.


Al Sud-Oeste de la Ciudadela, donde el Río Ellun desenvoca en el mar, se haya la frontera de las tierras de los Tursin.
Los Tursin, como los Krall y los Kobolds, són de la misma raza, y cada uno tiene un rango, de esta forma los Tursin son superiores a los Krall, y éstos a los Kobolds. 


Rumbo a Tursin nos topamos con un Ultra-hiper-mega-super cangrejo que daba vueltas a Verteron. Quedamos boquiabiertos y de piedra cuando el bicho nos vio y nos dio tal guantazo que nos devolvió al Obelisco.


De nuevo, rumbo a Tursin, esta vez volando, gracias al Aether que rodeaba la Ciudadela, luego al llegar al límite solo hubo que planear.


Llegamos a lo que probablemente era la frontera de los Tursin y allí dos soldados de Verteron la protegían, allí conocimos a Meitena, una de los soldados.


Ella nos dijo que debíamos llegar hasta la entrada de la Avanzada de Tursin y usar una poción, que ella misma nos dio, para explorar su base.


El llegar allí fue fácil, tan sólo matamos unos pocos Krall y Kobolds, cavando en busca de Odium.


Nos bebimos la poción y acto seguido a Helico y a mí nos salieron plumas, pico y alas. ¡Eramos loros! Una poción de transformación!



Sobrevolamos la zona, explorando aquella tremenda base de Tursin. Incluso vimos pequeños poblados donde los Tursin de más renombre habitaban.


Estaba infestado, por todas partes habían Tursin. Allí donde probablemente antiguamente fuera una preciosa zona montañosa llena de arboles, era un lugar espantoso.


Nos acercamos un poco más a uno de los poblados, no había ningún tipo de riesgo, pues éramos unos adorables loritos, y de esa forma pudimos observar de cerca sus costumbres.




"Adorables loritos"... ¡¡NOS QUERÍAN COMER!! Y por supuesto yo no iba a permitirlo! Aunque ellos ponían mucho empeño porque nos perseguían con cucharones!



 Llegamos sanos y salvos a la entrada, y la poción dejo de hacer efecto. Volvimos a hablar con Meitena y le informamos de lo ocurrido.


La muy cara dura, nos comentó que debía capturar a un Tursin para llevarlo a Sanctum y allí unos investigadores poderlo estudiar, y... ¿Quién lo tenía que capturar?


Fue horrible, horrible y horrible. Como una niña jugando al escondite me acerqué a aquel pedazo de monstruo. La verdad es que no tuve valor y mandé a mi pobre invocación a que le pegara. Pero cuando vi que en dos segundos la devolvió a su dimensión paralela... 


Yo creo que estaba sentada, si... Estaba sentada desde su dichoso puesto fronterizo esperando a que YO capturara al gigantón... Pero lo bueno no fue eso, lo bueno fué cuando de pronto su boca de pitiminí por la que cacareaba se abrió hasta el suelo. 





Meitena querida, traigo compañía! 


(...)


No recuerdo más que a Meitena corriendo ladera abajo, y al otro pobre soldado luchando al Tursin.


¿Yo? Pues me deslicé delicadamente al suelo y me hice la desmallada.







Aquí el Tursin celebrando su victoria.


Mi amado Helico me despertó de mi "desmallo", me hice un poco la tonta y le pregunté que dónde estaba él cuando pasó lo ocurrido, pero no quiso contestar. Seguro que se escondió detrás de un árbol...


Al cabo de un rato apareció Meitena disculpándose por echar a correr y abandonar su puesto.
 Tuve una charla con ella, y quedamos de acuerdo en que, tanto Helico como yo traeríamos al Tursin, y por el camino lo debilitaríamos, y luego al llegar al puesto fronterizo, tanto el Soldado como ella, lo capturarían.


Se nos hizo de noche de lo mucho que tardamos...






Entre los cuatro conseguimos capturarlo, transportarlo a Sanctum era cosa de ellos, no nuestra.


Aún nos faltaba la Guarnición de Tursin, pero sería mas adelante, de momento volvimos a Verteron y viajamos hacia la Costa de Cantas, al otro lado de las tierras de Tursin.









lunes, 13 de septiembre de 2010

14. LA TIERRA SAGRADA DE MIRAJU - ARDUS SHINRE

Entrada a Ardus Shinre

Izaris
Al Oeste del Campamento había una ladera muy precipitada que al final de ella estaba la entrada a la Tierra Sagrada de Miraju.
Había un portal magico, creado por el mismo Miraju, para proteger aquel lugar de los Balaures.


La Torre de la Eternidad es la fuente más grande de Aether de Atreia. Gracias al Aether, nosotros los Daevas podemos volar y de esa forma poder protegernos de los Balaur.
 Al estallar la Torre de la Eternidad, muchos de los pedazos cayeron sobre Elysea, creando lugares mágicos como éste. 



Ardus Shinre

Me sentí como un hada de bosque, el ambiente radiaba vida, paz y armonía. Los elementos como el viento y el agua habían tomado forma de espíritus, y tambíen habían algunos seres que probablemente representaban las fuerzas del bosque.


En el centro un gran lago de pura agua donde crecía un colosal árbol rodeado del mismo flujo del Aether.
En la copa estaba el templo de Ardus Shinre, una construcción circular, con una balconada exterior donde los guardianes protegían el templo.


La esencia del Aether hace que nuestras alas puedan batear durante un cierto tiempo, siendo el vuelo la única manera de llegar arriba.


 Cerré los ojos, y sentí el flujo del Aether acariciar mi cuerpo. Notaba como mis alas se fortalecían y me protegían de él mismo. Era una sensación extraña.



El templo probablemente había sufrido un ataque, estaba un tanto derruido, e incluso el pilar que sostentaba el techo estaba roto. Pero una fuerza extraña aguantaba aquel templo.



Era algo parecido a un huevo de dragón, lo que le daba energía al lugar. Cuatro dragones guardianes lo protegían.


Abrí la guía, y Jucleas, del Liceo de Sanctum, me enviaba a hablar con Morai, aquí en el Templo. Bajé abajo, a la balconada y le pregunté por mi misión. Él me envió a un lugar llamado "El acero de la oscuridad".


Allí me encontré a Icaronix, un nombre que me resultaba familiar...


Icaronix
Hola Izaris, te preguntarás quién soy y quién eres tú, me equivoco?


Izaris
(Pensé que podría revelarme la verdad sobre mi pasado)


Icaronix
Bien, aunque cuestre creerlo, tú fuiste la General de la Brigada de la Legión Espejo, una secreta legión bajo el comando de Lady Ariel. Tu legión desapareció en una misión en la que debíais recuperar el Artefacto de la Memoria de Karamantis. Pero hubo algún traidor, un chivo espiatorio que nos delató ante los Balaur, y por culpa de eso, desapareciste.
 En tu ausencia, traté de localizar al traidor dentro de la Legión Espejo.


Supongo que querrás ver los datos de la investigación. Los tengo almacenados en un baúl en el interior de una cueva cercana.






Izaris
¡Por fin!  Algo que iba a decirme por fin quien soy realmente.




Encontré la cueva que mencionó Icaronix. El corazón me dio un vuelco tremendo pero eso no me detuvo.




Allí estaba el baúl, por un momento vacilé pero debía abrirlo, debía descubrir mi verdad.



Noté algo detrás de mi, y cuando me giré vi a la muerte como venía a por mi.


De pronto apareció un espíritu, que desenvainó su espada bloqueó el ataque y estampó a la muerte contra la pared. Su nombre era Ecus...


Ecus
Izaris...cuánto tiempo...  Soy Ecus, me recuerdas? Yo era tu mano derecha en la legión del Espejo. Pero ahora no hay tiempo para hablar, Icaronix te ha vuelto a tender una trampa, como me hizo a mi... Debes combatir! Esa Alma errante no tardará mucho en erguirse y te matará a menos que tú hagas algo! 
Usa esta estigma, es una habilidad con la que podrás vencerla fácilmente.



Izaris
No había tiempo para pensar, sino actuar. Utilicé la nueva habilidad de estigma.



E incluso tuve que lanzar varias veces el conjuro. Hasta que lo debilité.





... Aparecí de nuevo ante Morai, y le expliqué lo sucedido. Él me envió a Sanctum a hablar con Lavirintos, la mano derecha del Governador de Sanctum. Le conté todo, Icaronix, Ecus, el alma errante, y la trampa. Pero no le dije nada sobre que pertenecía a una secreta legión de Lady Ariel. Al menos no todo fue negativo, me dieron el permiso oficial para poder usar habilidades de estigma.







domingo, 12 de septiembre de 2010

13. LA SIERRA DE ALTAMIA Y EL RESPIRO DEL PEREGRINO

Sierra de Altamira
Izaris
 Con rumbo hacia el Sanctuario de Ardus, en la Tierra Sagrada de Miraju, pasábamos por la Sierra de Altamia, se llama así por que no deja de ser una cordillera montañosa que comunica el pantano con el Sanctuario de Ardus.


Sobre una pequeña colina, había una chica llamada Eninte. Ese nombre aparecía en mi guía, Thersites el Daeva de la Traición había me había encomendado esta misión. 


Thersites
La historia trata que, un día cuando caminaba por el campamento en el Respiro del Peregrino junto con mi perro, me crucé con una chica encantadora llamada Eninte. Ella quería encontrar el amor de su vida y yo, no iba a decepcionarla. Pasó el tiempo y ella comenzó a sospechar que yo me veía con otras mujeres, cosa que no voy a desmentir, y eso desató en ella una furia que hizo que aprendiese brujería.
 No sé ni cómo ni por qué, comenzó a cambiar su personalidad, cada vez era mas callada y maquinadora.
Llegó el momento en que usó sus poderes de brujería para controlarme y averiguar sobre mí, pero le costó caro...su propia vida. Ahora durante el día, su alma se tranforma en la Eninte que era, una chica encantadora, pero al caer la noche, su alma en pena ataca a los viajeros si piedad alguna.


Izaris
Necesitaba que enviase a Eninte al flujo del Aether para que su alma descansara.
Esperé a media noche, y fué cuando apareció aquella alma repleta de odio y rencor.


El alma en pena de Eninte

Me dio mucha lástima. Estaba llorando. A su alrededor se podía ver una gran fuerza negativa que la envolvía. No podía hacerlo, ¡No podía matarla! Ni si quiera sabiendo que tan sólo era un alma! 
 Pero entonces, ella se percató de mi presencia. Ladeó la cabeza y me miró fijamente.
En sus ojos re podía leer dolor, tristeza y desespero. Me asusté, y creo que se dio cuenta de ello, hizo una mueca con la cara, quería que la matara, pero ella sabía que yo no lo haría, así que avanzó hacia mi y comenzó a golpearme.


...No tuve más remedio que cumplir su deseo, o ella o yo, y yo no iba a permitir que su miseria y penuria acabase siendo mi perdición.

Entrada al Respiro del Peregrino
Otro triste capítulo de mi vida daba su fin, pero yo continuaba con mi camino.






Respiro del Peregrino



















  






"... por muy duro y largo que sea el camino, 
espero que os lleve a donde vuestros sueños apuntan"

Lástima que todo no sea así. Nos hayamos en el Respiro del Peregrino, un pequeño campamento situado en la cordillera de Altamia, al Este de la Ciudadela de Verteron.
 Aquí es donde los Peregrinos descansan en su camino hacia el Santuario de Ardus, en la Tierra Sagrada de Miraju.

Yo no era ninguna peregrina, pero de todas formas me tomaría un descanso.


Ibion en su máximo esplendor


Conocí a Ibion, un vendedor ambulante un tanto preocupado por el dinero, necesitaba ayuda.

 El negocio de Ibion menguaba, y es que al caer la noche aparecen antiguos espíritus elyos, que al morir en alguna antigua batalla por la zona, sus espíritus no consiguieron llegar al flujo del Aether, para lograr el descanso final. Ahora se dedicaban a vagar sin rumbo y a atacar a los viajeros.

Desde entonces, Verteron mandó guardianes para disipar a los espíritus, pero de un tiempo a esta parte están más ocupados del pantano contaminado que de esto.

Era una misión delicada, no se trataba de simples monstruos, sino Daevas, Daevas que alguna vez tuvieron sueños, sueños que nunca llegaron a cumplirse.

Helico y yo una vez más aceptamos la misión. Esperamos al anochecer y mientras recolectamos algunas plantas como Ruko o Dado.

El campamento estaba sobre una cadena de grandes montañas, con inmensos valles a sus pies y grandes acantilados. Yo estaba saboreando aquella preciosa puesta de sol. Todo se veía tan cálido... Parecía como si el Sol hubiese estallado en llamas, bañando todo el cielo en tonalidades naranjas y rojizas.

Poco a poco fue anocheciendo, y aquellos tonos llameantes se volvieron liláceos con un brillo muy místico. Las noches en Atreia no eran ciegas y oscuras, al contrario, estaban llenas de luz, gracias a la Torre de la Eternidad que iluminaba cada rincón de Elysea.


 Y de pronto, aparecieron aquellos espíritus. Eran nobles guerreros armados.
No fue tarea sencilla, pero básicamente tratábamos de debilitar al máximo número de espíritus y de esa forma entre unos y otros encontrarían el camino hacia el descanso final.



Eliminamos a gran parte de los espíritus, pero el cansancio pudo con nosotros, así que volvimos al campamento.

Ibion agradeció nuestro trabajo, y mi recompensa fueron una piedra de resurrección y unas pociones de Maná.





12. PANTANO CONTAMINADO

Izaris
Sabía que estaba llegando, los pastos montañosos del cañón estaban sin vegetación, no habían animales, y el aire era viciado.


PANTANO CONTAMINADO




Parecía otro mundo, no tenía nada que ver con lo que había visto antes en Elysea. Vamos, lo ideal para curarse de una bronquitis...


 Al lado del pantano había una tienda de campaña, y allí estaba Roseino, él tenía misiones para mi.

Roseino me encomendó eliminar a todas las aberraciones del pantano, pues la contaminación había transformado a seres inofensivos en seres muy peligrosos. 
Eliminé a lo que posiblemente serían preciosos conejitos, y a babosas que en tiempos mejores eran patitos, merodeaban por toda la zona. 

Después de un duro trabajo, avisé a Roseino conforme ya estaba todo en orden, cuando me dijo que culpable de todo lo sucedido, fué el primer ser en contaminarse y mutar, la Burbuja envenenada (Poisonous bubblegut). Por culpa de ese ser, los demás se habían transformado, y con grandes consecuencias.

Eliminarlo es casi imposible, a no ser que cuentes con unas pociones que te hacen inmune a sus ataques. Helico con un ataque cuerpo a cuerpo, y yo dándole ordenes a mi invocación, conseguimos eliminarlo, sin usar ninguna poción. Claro está no teníamos ni idea de que servían para eso.

Justo al morir apareció un espíritu, su nombre era Kato. Se convirtió en Burbuja envenenada (Poisonous bubblegut) como efecto de su adicción a la sangre de Meslamtaeda.
 Al matar al monstruo liberamos al espiritu, para que Kato pudiese reunirse con el flujo del Aether de una vez, y así poder descansar en paz.


Seguía sin saber quien era Meslamtaeda, pero no era mi problema.

Ahora el Patano contaminado quedaba atrás, debía seguir mi camino hacia el "Relevo de los peregrinos".

















11. CAÑÓN ZUMION



CAÑÓN ZUMION
Dejé atrás a la Villa de Tolbas, y las dichosas minas; ahora me encontraba en el Cañón de Zumion.
Muy montañoso, subidas, bajadas, puentes, cuevas, pasos de montaña, etc...


Entonces llevaba un pañuelo en la boca, tenía una bronquitis por culpa de los calderos de las minas, no podía lucir mi belleza al máximo, pero me daba un toque intrigante.


Nada más entrar había un templo reducido a escombros, del cual emanaba una cascada. A sus pies un pequeño lago con tres estatuas; una de ellas sin cabeza. 


La curiosidad mató al gato, pero en este caso me mató a mi, cuando la estatua sin cabeza, ¡me habló!





No la entedía muy bien, pero sabía lo que necesitaba, una cabeza. 
Pensé en matar a una de las cabras de la zona, pero no creo que funcionase. Me acerqué al precipicio, que estaba frente a la estatua y allí abajo la vi, la cabeza claro.


Bajé por un trozo de precipicio derruido, y conseguí llegar a la cabeza. Era un hombre, y no muy guapo... en fin, volví a subir y puse la cabeza en su sitio.




Niobus 
Gracias joven Daeva, por hacerme entero otra vez.



Soy Niobus, Sacerdote del Sanctuario de Zumion.



Hace mil años que Mesramtaeda me condenó a pasar la eternidad como una estatua.



Y en estos años, mi sanctuario ha sido reducido a polvo y piedra rota.



Pero donde tus ojos ven ruinas, los míos ven lo glorioso que era! 
Todavía soy sacerdote.
Gracias Daeva del destino, que mi bendición os conceda fuerza y coraje.




Izaris
No sabía ni cómo ni porqué aquel o aquella Mesramtaeda lo había condenado a ser estatua para la eternidad, pero tampoco era mi problema. 
Yo debía seguir mi camino, tenía una guía que completar. Debía llegar al Pantano contaminado.






10. VILLA DE TOLBAS

La villa de Tolbas


Al norte de la granja de Belbua, había un pequeño pueblo llamado Tolbas, al lado de un pequeño afluente del río Ellun, separando la explanada de la granja de las minas Dukkaki.


Yo seguía el libro que me dio Spatalos, mi guía de misiones de Verteron. Pero en ella no aparecía Cannon, un niño pequeño, pastor, que había perdido a su más preciado amigo, Poppy un cerdo.


Entre lágrimas y sollozos, me suplicó que le ayudase a encontrar a su fiel amigo, y que la última vez que lo vio fue en las minas Dukkaki.
Compré pociones, pergaminos, y demás objetos para poder defenderme bien en las minas.


Minas Dukkaki
Era horrible, estaba plagado de Kralls y Kobolds... Pero eso no nos detuvo ni a Helico ni a mi. 
Afrontamos la batalla como nadie, en busca del cerdito Poppy. 
No había manera, tan sólo veíamos más y más Krall dirigiendo a los Kobolds, que sin cesar, extraían Odium, para refinarlo y llevárselo a los Balaur, como en Poeta...


Una de mis misiones era encontrar el Sello perdido de Tolbas. Tenía el lugar señalado en el mapa, y fuimos hacia allí. 


Atravesamos las minas enteras y llegamos al lugar indicado, allí había un Shugo encarcelado y basura amontonada.
Metimos los brazos intentando buscar el Sello, pero no había manera... así que decidimos preguntarle al Shugo.


Gaphyrk era su nombre, él nos dijo que nos ayudaría a encontrar el sello del pueblo, pero no sin antes atraer a su jaula a Mimiti, si gran amor.
Los Kobolds eran muy agresivos, así que con acercarnos un poco a Mimiti, y de vez en cuando ir lanzándole un par de páginas de mi libro, había más que suficiente.


Llevamos a Mimiti al lado de Gaphyrk, y éste se le declaró, y Mimiti, como respuesta le dijo que era imposible, pues él era un Shugo y ella un Kobold, y que su amor era imposible.




Gaphyrk quedó destrozado, pero parecía tener esperanzas. Aún así nos dijo como y donde rebuscar en el montón de basura para encontrar el Sello.


Después de encontrarlo, seguimos nuestra búsqueda porcina. 


Asentamiento Dukkaki
Llegamos a lo que era la base de los Krall y los Kobolds, el lugar donde refinaban ese Odium.
Pero sin éxito al encontrar al maldito cerdo. Cuando sobre una montaña, Helico vio unos grandes calderos.



Abrí mi guía de misiones, y en ellas se nombraban estos calderos. Aquí es donde los Krall metían el Odium y lo refinaban para luego llevárselo a los Balaur.


La zona apestaba, era asqueroso, hasta cogí una pequeña bronquitis. Nada grave, pero tuve que ponerme un pequeño pañuelo en la boca, para no pegarle el virus a Helico.


Derrotamos a un Krall que vigilaba los calderos, fué muy facil, pues su arma era un gran cucharón de palo, y luego hicimos explotar el fluido de Odium que estaba dentro de los calderos.


Al bajar de la montaña de los calderos, vimos a unos Kobolds que corrían con unos cuencos en busca de comida. Los seguimos y dimos a parar con un Cocinero Kobold, que pensaba cocinar a Poppy! Pobre cerdo... Yo no iba a salvarlo, ¿para qué? al fin y al cabo a todo cerdo le llega su San Martín. Pero era demasiado tarde, Helico ya estaba matando al cocinero y a los Kobolds que hacían cola por un plato de comida. Me tocó pringarme la ropa de barro...


Además de cerdo, y sobre todo bien alimentado, era ciego. No había quien cogiese en brazos a esa mula, así que teníamos que hacer lo que fuera para que nos siguiese.
Ni llamándolo, ni silbando ni nada, hasta que se me ocurrió decir: ¡Comida gorrino! Ven que tengo comida! Vaya si corrió, casi me come a mi. Menudo cerdo...


Después de un ajetreado viaje hasta Tolbas, Cannon se reencontró con su fiel amigo Poppy, quien sin pensarselo dos veces, corrió hasta su abrevadero a comer. 



Cuando se llenó bien la panza saludó a su preocupado amigo Cannon.





Mi camino no terminaba aquí, yo aún tenía más misiones, y la siguiente era dirigirme hacia el Pantano Contaminado.