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domingo, 12 de septiembre de 2010

11. CAÑÓN ZUMION



CAÑÓN ZUMION
Dejé atrás a la Villa de Tolbas, y las dichosas minas; ahora me encontraba en el Cañón de Zumion.
Muy montañoso, subidas, bajadas, puentes, cuevas, pasos de montaña, etc...


Entonces llevaba un pañuelo en la boca, tenía una bronquitis por culpa de los calderos de las minas, no podía lucir mi belleza al máximo, pero me daba un toque intrigante.


Nada más entrar había un templo reducido a escombros, del cual emanaba una cascada. A sus pies un pequeño lago con tres estatuas; una de ellas sin cabeza. 


La curiosidad mató al gato, pero en este caso me mató a mi, cuando la estatua sin cabeza, ¡me habló!





No la entedía muy bien, pero sabía lo que necesitaba, una cabeza. 
Pensé en matar a una de las cabras de la zona, pero no creo que funcionase. Me acerqué al precipicio, que estaba frente a la estatua y allí abajo la vi, la cabeza claro.


Bajé por un trozo de precipicio derruido, y conseguí llegar a la cabeza. Era un hombre, y no muy guapo... en fin, volví a subir y puse la cabeza en su sitio.




Niobus 
Gracias joven Daeva, por hacerme entero otra vez.



Soy Niobus, Sacerdote del Sanctuario de Zumion.



Hace mil años que Mesramtaeda me condenó a pasar la eternidad como una estatua.



Y en estos años, mi sanctuario ha sido reducido a polvo y piedra rota.



Pero donde tus ojos ven ruinas, los míos ven lo glorioso que era! 
Todavía soy sacerdote.
Gracias Daeva del destino, que mi bendición os conceda fuerza y coraje.




Izaris
No sabía ni cómo ni porqué aquel o aquella Mesramtaeda lo había condenado a ser estatua para la eternidad, pero tampoco era mi problema. 
Yo debía seguir mi camino, tenía una guía que completar. Debía llegar al Pantano contaminado.






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